Gonepterix
rhamni (Limonera)
Goneopterix rhamni ,
"Limonera", debe su nombre común a la característica e intensa
coloración amarillo limón que presenta el
anverso alar del macho de esta especie. La hembra, por contra, no
resulta
tan llamativa en vuelo ya que sus alas presentan un tono amarillento
blanquecino, más apagado y menos ostentoso que el macho
limonero.
Presenta esta especie grandes similitudes con su congénere
Gonepterix cleopatra. Si bien los
machos de ambas especies son fácilmente distinguibles (en
rhamni amarillo limón, en
cleopatra una gran mancha
anaranjada sobre fondo amarillo lo
delata enseguida), las hembras, en cambio, son prácticamente
indistinguibles en vuelo y una vez posadas hay que recurrir a detalles
muy concretos y no siempre evidentes para poder distinguirlas entre sí (
ver
Gonepterix y caracteres
distintivos en
G. cleopatra, en esta
misma página web).
Los parecidos entre ambas especies no se restingen a la morfología
externa. Ambas tienen un ciclo vital similar y peculiar, ya que pasan
el invierno en estado adulto. Pueden soportar las bajas temperaturas
invernales gracias a su líquido corporal, que funciona como
anticongelante. Eso sí, inviernos cálidos pueden suponerle un
mayor consumo energético y una merma importante de sus reservas.
Son de las primeras mariposas que pueden verse en primavera. Los machos
patrullan los claros y lindes del bosque en busca de las hembras. En el
vuelo nupcial
el macho sigua a la hembra a una corta y constante distancia. Tras el
apareamiento y la puesta de huevos, a finales de abril, mueren.
La oruga es verde, sin pelos, flanqueada con una banda blanquecina a
cada lado. Se desarrolla sobre
Frangula
alnus (arraclán) y diversos
Rhamnus, en especial
R.
alaternus, sanguino o aladierno (resulta evidente que de este
grupo de arbustos,
Rhamnus,
le viene el epíteto
rhamni a
esta especie). En el nervio central de la hoja que está
comiendo se fabrica un cojín donde descansa. La crisálida, llamativa,
angulosa, que es verde con bandas laterales amarillentas, está sujeta
al tallo con un hilo de seda.
Tras los periodos de larva y crisálida, los nuevos adultos emergerán a
mediados del verano y sobrevivirán en torno a 10, 11 meses, lo que la
convierte en una de las
más longevas de nuestras mariposas autóctonas.
Parece una especie menos frecuente que su
G. cleopatra, aunque es de suponer
que también contribuye a esto su acusado mimetismo, su costumbre de
permanecer quieta, posada entre el follaje,
haciéndose indistinguible de él, y la propia dificultad que entraña a
veces su determinación taxonómica correcta.
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